martes, 18 de abril de 2006

¿Qué nos pasa?


Somos conscientes de que nuestras vidas tienen un punto y final, eso de que “a cada guarro le llega su sanmartín” es cierto, salvando las distancias, claro, porque no quiero decir con esto que todos los seres humanos seamos unos guarros, si, me incluyo a mí mismo porque soy un ser humano….¿o no? La verdad es que hay veces que lo dudo pero luego caigo en la cuenta de que me comporto como muchos de ellos, con sus hipocresías, sus sentimientos, sus dudas, sus momentos, sus buenas y malas experiencias que no hacen sino ayudar al crecimiento de cada día. Al fin y al cabo somos todos iguales….bueno, casi todos, ya se sabe eso de que no es correcto generalizar siempre.

Les cuento todo esto no sé por qué, sinceramente, porque me hallo inmersa en un espacio vital que me asfixia. ¿Duro verdad? Pero no se preocupen, soy consciente de que es por momentos. De lo que me doy cuenta cada día que pasa es que estoy enamorada de mi profesión, a veces incluso obsesionada por querer escribir y escribir y es lo que ahora mismo estoy haciendo, no sé qué les parecerá a ustedes. Espero que no estén pensando en cerrar esto ya. Por favor, denme una oportunidad.

Sé que no tengo unas dotes de escritora de esas que marcan épocas. Una lástima, sí. Nada como plasmar historias, reales o inventadas, realistas o ficticias, que enganchen a todos aquellos que disfrutan con el pasar de las letras y la composición de historias. Los amanuenses son mis ídolos. Uno de ellos, porque hay más. Mis ídolos también son mis padres, mi hermano, mi hermana, mi novio y, claro está, mis mejores amigos.

Muchas veces no somos conscientes de lo que tenemos y lo que les hacemos sufrir. Somos cafres los humanos, ¿verdad? Miras las noticias y ves que cada día lo somos más. Impresionante. Qué capacidad de destrucción tenemos, tanto humana como material. Pues ciertamente espero que no caigamos en lo más hondo, aunque cerca estamos.

Antes íbamos al colegio y lo más fuerte (como decimos ahora) era que los profesores nos pillaran fumando en algún rincón, o saliendo sin permiso al quiosco a comprar un cigarro, o unas chuches. Con ellas las horas se hacían más llevaderas. Sobre todo en las clases de Latín…uf, qué horror. Y mira que se me daban mal las matemáticas, aunque tuviera mucho aprecio a Helena, la profe, pero es que con el Latín no podía. Es como cuando intentas hacer algo y no puedes, no te sale y poco a poco tus fuerzas van menguando hasta que tiras la toalla…pues así fue. Pero no abandoné, es la única asignatura que me quedó para septiembre, pero pude con ella. Y eso debe servirme y servirnos a todos para seguir adelante cuando se nos presentan los obstáculos, por muy grandes que sean.

Bueno, todo esto os lo cuento porque últimamente me invade una extraña (y no sé si preocupante) sensación. Hay demasiada gente que me resulta rara, definiendo rara como aquella poco común o de ideas y comportamientos extravagantes. No sé qué pensarán. Antes no teníamos Internet, ni móviles. Todo era genial. Incluso el caerse y partirse el labio. Hoy digo esto desde la distancia, porque nunca olvidaré aquél día que bajé las escaleras del tirón, con todo lo que ello conlleva de sangre, llantos y algún que otro punto. Hoy no tengo secuelas.

Ahora los adolescentes no se preocupan por las mismas cosas. Yo no soy profesor pero tampoco querría serlo en estos momentos. No sé de quién es la culpa, si es que alguien tiene la culpa, pero me asombro, me da pavor las cosas que se escuchan y ven, empezando por aquellos (chicos y chicas) que ya se consideran hombres y mujeres con 12 años y se ven con derecho a pasarse a todo el mundo por el forro... No es que sea conservadora, es que no sé qué va a ser de ellos. Me da la sensación de que no les motiva nada, y eso, ciertamente, lo considero un peligro.

Me aterra eso y la chulería. Sí. Que yo con 26 años tenga miedo de esto también es preocupante. Madre mía, cuántas preocupaciones, a las que hay que añadir las que fuera de nuestras fronteras geográfica también nos afectan, entre otras cosas porque señores como el presidente de EEUU decida lanzar una ofensiva militar en toda regla contra un país porque está en horas bajas ante la ciudadanía. Él, no el país al que ataca…Es para ir al psicólogo, o al psiquiatra, esos grandes profesionales que deben estar desbordados por lo que tenemos y lo que se nos avecina.

Bueno, pues les dejo que me han invitado unos "amigos", a los que no tengo el gusto de conocer aún, al botellón que empieza en un rato en el campus... Lo bueno es que esto fomenta el hablar, otra cosa es que nos entendamos. ¡Qué paciencia!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una suerte que sigan intactas tus dotes de periodista. Así podemos disfrutar de tus pensamientos, sentimientos, historias, ideas... Que siga siendo así por siempre.

Ro dijo...

¿quién eres? Como me dijo mi hermana una vez: MANIFIESTATEE!!!

Pd.- Seas quien seas sólo decirte que no veas si hace ilu recibir un comentario. Se aceptan críticas, eh.

Anónimo dijo...

rubia se te va la olla