Toc toc toc...

Cae incesante pero no es infinita. Toc toc toc... cae mientras pienso en lo que podría y querría hacer pero no hago... en lo que hice y en lo que haré. Corto el grifo, hay sequía, me dice mi conciencia (y mis amigos cada día), atrás quedaron los tiempos donde no era tan preocupante relajarse en la bañera, donde los patitos flotaban sin rumbo mientras unas pequeñas manos intentaban hundirlo con leves chapoteos... Atrás también quedaron los años en los que los índices de la Bolsa subían sin que entendiera el por qué, igual que me pasa ahora con sus bajadas. Yo sólo me fijo en el Euríbor, qué materialista soy, o no. Es la vida. La de hoy. En la de ayer nuestros padres probablemente tuvieran nuestras mismas preocupaciones, en la de anteayer seguro que nuestros abuelos apreciaban más las pequeñas cosas, esas que hoy o bien pasan desapercibidas o bien se sitúan en nuestra memoria como esas gotas que caían sobre mi cabeza. La tranquilidad en la ducha es una gran cosa. Qué cosa, qué palabra más...infinita.

Toc toc toc... he vuelto a abrir el grifo, con mesura, necesito enjuagar el jabón pero lo hago rápido. Es gracioso el grupo de Facebook que te invita a ducharte acompañado para ahorrar agua. Hay gente con creatividad. Y con tiempo. El tiempo, ese aliado endiablado que a veces ansíamos y otras nos desespera, o nos ahoga...

Cae incesante pero esta vez es fuera. Miro por la ventana. Qué falta hace. La gente corre para resguardarse, y lo hace con los hombros encogidos. Curioso. Gestos compartidos. Y ahora pienso en mis pantanos, sí, son míos, ya son parte de mí... Sonrío. ¿Y tú sonríes? Toc toc toc...sigue cayendo. Y que siga.