miércoles, 31 de mayo de 2006

Un año después de El Correo de Málaga


Hoy es un día triste si nos remontamos a un año atrás. Hoy, 31 de mayo, hace justo un año que se cerró una etapa de mi vida profesional. El último día en el que el Correo de Málaga salió a la calle. No sé si os acordáis. Su historia ha sido, o fue, corta. Tan sólo duró 18 meses pero por lo menos estuvo en el panorama periodístico malagueño. Y la ilusión del día en que salimos a la calle. Qué subidón nos dio ver algo nuestro ahí al alcance de todos. Esa ilusión siguió. Y es con lo que tenemos que quedarnos, con esos días en los que disfrutamos, nos mosqueamos, aprendimos, reímos, cantamos (sí, cantamos) y escribimos, y mucho...
Yo, personalmente, creo que se equivocaron con la decisión. Con el poder del grupo que teníamos detrás se podría haber tenido más perspectiva. Un ejemplo, si estaban llegando los gratuitos y nos estaban haciendo “daño”, ¿por qué no nos convertimos en uno de ellos? Pero no hay que darle vueltas. Mucha gente me ha dicho que si pasó fue porque algo mejor estaba por venir y que no es bueno vivir de recuerdos. En esto último estoy de acuerdo a medias y respecto a lo primero, cuando uno lo está pasando mal esas palabras no consuelan aunque sí se agradecen.

Lo que está claro es que allí había muy buenos profesionales que hoy, poco a poco, han ido, o nos hemos ido, recolocando allá donde hemos podido. Hace un año recibí el apoyo de mi gente, como siempre, porque los que me conocen saben que para mí no fue nada fácil. Algunos no comprenden que pasarlo mal por el trabajo también es normal cuando parte de tu vida diaria la haces ahí. Y más en esto del periodismo. La verdad es que he tenido la tremenda suerte de haber estado a gusto en los sitios en que he trabajado.

De ese adiós del Correo me quedo con la gente con la que allí hemos compartido momentos, no sólo del peri sino también de la SER, Localia, las radiofórmulas, El País y los compañeros ruidosos de AS. Ha pasado un año, para mí muy intenso. Pero soy consciente de que también he tenido la suerte de no haber parado en esto que tanto me gusta gracias a La Opinión de Málaga, el Metro y el 20 minutos. Me dieron la oportunidad de seguir haciendo lo que me apasiona. Como la que aquel 2 de julio de 2001 me dio Europa Press donde me inicié en esto, me apasioné y donde he aprendido y espero que algún día pueda seguir aprendiendo. Porque no sólo del trabajo se aprende, también de las personas, y eso es quizá más importante. Y afortunadamente puedo contar con ellas. Gracias…personas…sabéis quienes sois. Y desde aquí mi pequeño recuerdo al Correo de Málaga y su gente.

lunes, 15 de mayo de 2006

El periodismo

Cada día tengo más claro que me encanta esto del periodismo. Pero periodismo de a pie, de cubrir cosas, de sacar temas, de ver que otros lo sacan y mosquearte, de sacarlo tú y alegrarte, y seguir las noticias, de tener casi a la vuelta de la esquina unas elecciones que me encantaríííía cubrir. Y lo de Marbella, ¡lo qué hubiera dado por cubrir sobre todo lo de la gestora! La parte política, la de tribunales se la dejo a Virgi, que es una campeona. Es la mejor en sus temas judiciales y a veces "macabros", os lo aseguro, por trabajo, esfuerzo, resultados y ‘miedos’, aunque ella no quiera darse cuenta.


El único, o uno de los únicos ‘peros’ de esta profesión son los horarios tan tremendos que tiene, sobre todo los periódicos, y lo digo con conocimiento de causa. Por eso, cuando oigo hablar de la conciliación familiar se forma en mí una especie de combinación entre risa y cabreo. Nosotros, los periodistas, no sabremos qué es eso de conciliar la vida laboral y personal jamás. Ojalá me equivoque. Yo si fuera jefe haría turnos, con horarios más flexibles, que unos se beneficiaran unas semanas y otros otras. Se puede, otra cosa es que no se quiere. Cada día tengo más claro que es una profesión vocacional. Nadie a quien no le guste esto podría hacerlo, sería casi imposible.

Trabajar está guay. Quizá dentro de unos años no me lo parezca tanto y prefiera otras cosas, que es cierto que con la edad van apeteciendo más. Me preocupa que se esté demonizando a esta profesión. Ser periodista no es a ver quién hace más daño a quién. Se está politizando mucho. Y ser imparcial cuando escribes (trabajas) en un medio es una auténtica gozada. A mí me enseñaron que el periodismo es un servicio público y así lo considero, aunque soy plenamente consciente de la parte de utopía que conlleva esa afirmación tal y como está el patio.


Antes decías “soy periodista” y la respuesta era: “qué bonito, es una profesión muy bonita”. Ahora lo dices y casi eres un pestoso, el “uuuuh, cuidado” está en cada respuesta. El problema, uno de ellos, es el que todos sabemos y que no parece que se vaya a atajar. Pero no sólo del corazón hablo. El intrusismo es una lacra. Nos hace falta un Estatuto del Periodista para poner un poco de orden y sobre todo un colegio profesional que nos ayude. Estamos ‘vendidos’.

El caso es que estoy orgullosa de ser periodista. De tener unos amigos a los que les gusta esta profesión como a mí y con los que aprendo de esto y de otras cosas. En la carrera nos dan las bases pero personalmente, el 90% lo he aprendido en la calle, con los compañeros y con el día a día. Ese mismo que espero con impaciencia.

Pd.- No sigo que me enrollo.Pronto os escribiré de periodismo de nuevo....

viernes, 5 de mayo de 2006

Diálogos con mamá

Diálogos de besugos. Siempre se ha dicho eso cuando dos o más personas mantienen una conversación que, llegado el momento, alguno se da cuenta de que no tiene ni pies ni cabeza. Esto suele pasarnos mucho, a veces sin darnos cuenta. No sé si os ocurre pero me parece que lo que os voy a contar es intrínseco con las madres...

Mamá: "Roci, a ver si quitas eso de ahí que se te va a llenar de cosas y como un día aquello se te caiga, tú verás"...

Roci: (((piensa: ¿Qué es eso? ¿A qué cosas se refiere? ¿Qué es aquello?))) "Mamá, no me he enterado".
.....
Mamá: "Nena, puedes mirar a ver si eso está en la cocina, tráemelo, anda".

Roci: (((mmmm......¿qué será eso que está en la cocina: el microondas, la nevera, la espátula, la sartén, los vasos....?)))..... Mamaaaaa ¿A qué te refieres?

Mamá: "No te enteras, lo que está allí encima"

Roci: (((grrrrrrrrrrrrrrrr....mi paciencia empieza a agotarse....))) ¡¡Mamá, qué no te entiendo!! ¿Qué quieres que te traiga?

Mamá: "Anda, déjalo, que ya voy yo".

Roci: Vale.

Mamá: Esto, niña, esto (yo en mi cuarto, por lo tanto, todavía no me he enterado de que es el 'esto' al que se refiere mi madre) aunque la curiosidad me mata y me levanto a ver qué es. Lo peor, mi respuesta: "Ah, te referías a eso"...(to se pega, ¿no?)

La verdad es que nuestros padres tienen mucha paciencia. Bastante más que nosotros. Nacimos impacientes.

Cuando una conversación 'sin sentido' se produce en el seno de la relación mamá-yo, la miro y ella ya se echa a reír. No es que yo sea un toyo, es que me enseñaron que las cosas son muy variopintas, que la palabra 'cosa' la empleamos demasiado y para denominar TODO aquello cuyo nombre no recordamos. Entre las 'cosas', los 'esos', 'aquellos', 'allí' y algún que otro 'bueno' y 'no sé' realmente no sé cómo nos entendemos.

¿A vosotros también os sucede?

El fútbol y papá

Y si con mi madre algunas conversaciones son del tipo que os he relatado ahí arriba (no son tantas, eh) con mi padre a veces me río y a veces casi me desespero. Y es que os voy a confesar algo: Mi padre habla con la tele... sobre todo cuando hay un partido de fútbol o aparece uno que yo me sé al que no traga.
Yo no sé si ella (la tele) le entiende pero muchas veces él hasta le alza la voz. Y todo porque los jugadores, normalmente del Madrid o del Málaga (o del equipo que ese día juegue contra el Barça), no dan todo lo que pueden. No corren, no juegan, no meten goles, no están "encima". Nada. Unos pringaos, vaya. Y del árbitro ni hablamos ¿no?...
Y ahora llega el Mundial de Alemania (por cierto, a ver si pasamos la primera fase y la aventura de la selección llega algo más lejos --aunque sea para amortizar el aparato de TDT y para ver a los de mi país ganar algo más que un partido....uy, he dicho país....España....tú verás, espero no ofender a nadie...--).

A lo que iba, mi papi, 90 minutos puteando a la tele. Creo que nunca le dijeron que a los que ve en la caja tonta no le escuchan. A mí reconozco que me costó entenderlo. Sí. Yo era de las que cuando era más pequeña se ponía delante de la tele y, sola, saludaba a la del telediario (anda que no pensaba yo que Ana Blanco era una antipática porque nunca me saludaba), le hacía muecas, le tocaba la cara y la verdad es que siempre me extrañaba que pasara de mí....hasta que un día algún lúcido me dijo que mis intentos eran en vano. Al principio supongo que fue un trauma. Pero ya estoy recuperada. Os lo prometo. Hoy ya no saludo a Ana Blanco. Que le den...

Al final, aunque no entienda lo que me quiere decir mi santa madre y aunque mi padre no se dé por vencido, nos entendemos. Y mucho que me alegro. ¿Os pasa algo similar?

Besitos