sábado, 29 de abril de 2006

La vida también se las trae

La vida es la que es. Hay días en los que pensamos que mejor no habernos levantado. Todo sale mal. Pero cuando una vida se va pensamos en lo afortunados que somos de poder levantarnos cada día y seguir adelante, mejor o peor, pero seguir. Para esos días buenos y para los malos siempre hay que tener a nuestra gente al laíto, muy cerca. Por lo menos es lo que yo necesito.
Hoy es de esos días en que, gracias a Dios, yo he tenido la suerte de levantarme. Una persona muy cercana se ha levantado pero se ha ido muy pronto. No me ha dado tiempo a decirle adiós. Por unas horas. Como se dice "no por esperado es menos duro". Y es cierto. En fin. Este blog hoy se torna triste, y mucho que lo siento. Siempre me expreso mejor escribiendo que hablando, y eso es lo que intento hacer.
Cada día tengo más claro que hay que disfrutar y no preocuparse de estupideces. A veces protestamos demasiado sin mirar a nuestro alrededor. Yo la primera. No os olvidéis de la gente que está ahí, que nos quiere. Son lo más importante de nuestra vida, a ratos dicharachera y a ratos con sinsabores. Un fin de semana muy feo éste último de abril. Te has ido como vivías, sin hacer ruido. Adiós Tito.

viernes, 21 de abril de 2006

Murphy siempre gana

Ella era como era. Muy buena persona pero su vida giraba alrededor de ella misma. Estoy segura de que si hubiera sido un tío sería un metrosexual. Digo esto porque aquí se pasa del macho ibérico al metrosexual que da gusto, pero como en todos hay opiniones variadas. Pero pienso que en el equilibrio está la virtud. Ni una cosa ni la otra en su máxima expresión.

A lo que iba. Con la magnífica edad que tenía estaba en ese período de niñata madura que no sabes cómo te va a sorprender. Estaba en el mejor momento de su vida. O eso creía ella. Y yo también. Me demostró que era una fiel seguidora de la Ley de Murphy, yo creo que como todos los que topamos con dicha ley en muchos momentos de nuestra existencia. Ya sabéis, eso de enfatizar las cosas negativas y pensar que si algo puede salir mal, saldrá mal. Y si no pensad en cuando se os cayó la tostada recién untada de mantequilla ¿de qué lado cayó? Del que no debía. Efectivamente, tuviste que prepararte otra. Y seguramente ya no quedaba pan de molde, por lo que al final acabaste comiéndote una manzana, que además de más sana está más buena.

Estaba en casa, sentada junto al televisor. Ese aparato que sólo merece la pena ver a muy determinadas horas. Como no le convencían las estupideces que se estaban contando apagó el cacharro y se fue a ver su correo electrónico. Tienes 15 mensajes. Guauuuuu. ¡¡¡15 mensajes!!! ¿de quién serán? ¿será él? ¿o no será? Todo eso lo pensó mientras se abría la página. Su cara era como cuando yo voy a comprar ropa…¡emocionada! Poco a poco la emoción se esfumó: “Ah, éste es uno de reenviar. Y éste. Éste de mi hermano para reenviar. Y de mi prima. Y el boletín de siempre. ¿Ya está?”. Bueno. Se quedó un rato navegando por las páginas que más le suelen interesar y que ve unas diez veces al día.

Había quedado con una amiga dentro de tres horas. Aún quedaban tres horas. Se aburría. Estaba esperando una llamada desde el fin de semana pasado. Es lo que tiene dar el teléfono a un extraño porque nunca se sabe si su estado era el más idóneo para dar el teléfono móvil, pero se arriesgó y ahora estaba histérica.

La chica se levantó un momento a beber agua y a estirar las piernas y juuuusto en ese momento sonó el teléfono. Otra vez la Ley de Murphy. Lo peor es que le llamaron desde un número oculto. Cuando volvió y miró el teléfono: ‘Una llamada perdida’. “No, no es posible, llevo toda la tarde aquí esperando y encima ahora ni lo oigo ni sé quién es". Su cabeza empieza a dar vueltas porque uno siempre, o casi siempre, espera una llamada. Otra cosa es que se produzca. Empezó a comerse la cabeza: ¿será él? ¿querrá que quedemos? ¿y si ya no me llama más? Pero afortunadamente tenemos ese lado “coherente” en nuestro cerebro que nos dice: ‘Tranquila, que cualquiera que te vea va a pensar que estás desesperada”. Pues no irá muy descaminado…

Quedaban dos horas y empezó a arreglarse. Que si la ducha, la siempre dura elección de la ropa, etc, etc, etc. Y luego coger el coche y después de diez vueltas, doce gorrillas (con suerte), tres del chaleco naranja y medio centro lleno de SARE y residentes, lo metió en el parking municipal. El alcalde lo ha conseguido de nuevo. Menos mal que ahora cobran por minuto.

Bueno, pues esta chica moderna de hoy, con sus gafas enormes al estilo Victoria Beckham (y otras tantas), su chaqueta de Massimo Dutti, su collar de los hippies, su maxi bolso y sus vaqueros iba monísima. Muy fashion. ¿Qué suele pasar en estas ocasiones? Que el pájaro no la encontró más que a ella en el centro de Málaga. Es lo que tiene este centro. Que o las palomas son asesinas o se cagan en ti. Con perdón, pero eso hizo la muy...

¡Oh, cielos qué horror! (¡Qué fatalidad!, que diría Edu --¡hola Edu!--) Pues sí. Corriendo fue al sitio donde las mujeres vamos más a lo largo de una noche, al baño, que no siempre está al fondo a la derecha, que aún recuerdo cuando una amiga fiel seguidora de esta directriz se metió en el almacén del bareto, entre whiskys y vodkas. Y salió corriendo la tía, como si hubiera visto a Jhonny Walker o a JB desnudos. La verdad es que nos podría haber llamado. Que por una copita gratis no pasa na. Desde luego que con amigos así los del club de los hipotecados vamos a salir poco… Menos mal que yo soy de nestea...

Cuando consiguió quitarse la…lo de la paloma, vaya. Se tranquilizó y se pidió un café.

Llegó su amiga, con la que había quedado y ¿sabéis qué es lo primero que le contó? Sin ni siquiera preguntarle un cortés ¿cómo estás? Sí, le contó que la guarra de la paloma se había cagado en ella. Y la amiga pensando en la Paloma, la compañera de trabajo con la que no se llevaba muy bien desde que le dijo que tenía un bolso igual que el suyo. La verdad es que algunas somos de malas, jaja. El malentendido se aclaró. Esta vez la Paloma del trabajo no había tenido la culpa. Era la otra, la cagona, la que pulula por la plaza de la Merced que parece Fernando Alonso en el circuito de Imola. Shiuuuuuuuuuuu….

Por supuesto se sentaron en la terracita a tomar el solecito, pero ella no se atrevía con el día que llevaba y se metió bajo la sombrilla. Qué bien estaban. Hablaron y hablaron y el tiempo pasó. Llegó la hora de cambiar de sitio. Sus amigos (hombres) estaban viendo el fútbol. ¿Obvio, no? Cuando quedaron todos juntos ellos empezaron con su emoción habitual: "Hemos perdio, el árbitro no veas, y el planteamiento ha sido malísimo. A todos los tenían que echar". Ahí es cuando sale el ‘hombre entrenador’ y ellas intentando integrarse decían, de boquilla para fuera: “Hay que ver, es que desde luego, vaya con los árbitros”, por dentro pensaban: “umm, a mí qué leches me importa”. Cuando se les pasan las ansias por el deporte rey, por fin, tienen la delicadeza de preguntarles qué han hecho, pero no profundizan mucho más. Ahora, es la carrera de mañana de Alonso la que ocupa su tiempo. O la tía que pasa. Más esto. Ahí es cuando ellas, como todas nosotras, tienen dos opciones: O les mandan a tomar por saco un rato o miran y dicen exactamente lo mismo pero con un tío. Vaya tío. Lo mejor es si conoces al tío buenorro: “Hombre, qué tal” y él, nada más vernos, nos pregunta: “¿Cómo estáis? Aparte de guapas”…ya nos ha ganado. ¡Eso es un hombre!


Pues así anduvo toda la noche (ay, Dios mío, y el coche en el parking, me van a clavar, pensaba). Y algún que otro bailecito tranquilo, nada de extravagancias en lo alto de la barra. Eso ya no se lleva. Estaba cansada. Menos mal que mañana era domingo. Qué bien. Hasta que se despierta. Lo peor de la semana son los domingos por las tardes ¿No os aburrís? Es un día supertonto. Excepto en verano. ¡Que llegue el verano!
Bueno, la noche terminó de día. Es lo que tienen los sábados, que te acuestas en domingo.

Pd.- Si por alguna extraña razón me leéis hoy no os olvidéis mañana de ir a partir de las 23.00 horas a Phatua, en la calle Correo de Andalucía, en Málaga, que tocan nuestros compañeros periodistas. 'Variables'. Disfrutad. Son buenos. Ya os hablaré algún día de sus conciertos.

martes, 18 de abril de 2006

Vidas sin retorno

"El alcohol que otro bebió, a ella le mató”. Esa es la frase con la que unos padres intentan mostrar a España el dolor por la muerte de su hija, de tan solo 20 años, a la que un conductor, con una tasa de alcoholemia que multiplicaba por cuatro lo permitido por la ley, se llevó por delante. Se la llevó para siempre. Como a esas otras 107 personas que han fallecido durante la Semana Santa de 2006 en accidentes en las carreteras. Adultos y niños. Hombres y mujeres. Vidas que no retornarán a casa, que no podrán compartir nada más con los suyos por culpa del alcohol, de las distracciones, del teléfono móvil, de la velocidad y muchos de ellos por no llevar el cinturón de seguridad.

Esta es una de las lacras que más está sacudiendo a este país. La muerte es un adiós sin despedida. Y como todas ellas, en las de las carreteras la gente se va sin poder desperdirse. Despedidas que no se esperan. Esperanzas perdidas. Vidas rotas. Muere uno y la losa cae rauda en muchos más. Lo peor es que al final estas cifras forman parte de las frías estadísticas que se volverán a recordar en la Semana Santa del próximo año. Sin más. Como las que se recordarán en las sucesivas operaciones especiales de tráfico. ¿Y qué se hace? Son (y somos) personas, no números.

El dolor por los muertos seguirá de por vida en los suyos. Descansen en paz todos aquellos que un día salieron de casa sin conocer que su destino final no sería el mismo del que partieron. Estas letras no pretenden nada, sólo plasman un pensamiento y una realidad.

Pd.- Al volante, tranquilidad. Quiero verte vivir.

¿Qué nos pasa?


Somos conscientes de que nuestras vidas tienen un punto y final, eso de que “a cada guarro le llega su sanmartín” es cierto, salvando las distancias, claro, porque no quiero decir con esto que todos los seres humanos seamos unos guarros, si, me incluyo a mí mismo porque soy un ser humano….¿o no? La verdad es que hay veces que lo dudo pero luego caigo en la cuenta de que me comporto como muchos de ellos, con sus hipocresías, sus sentimientos, sus dudas, sus momentos, sus buenas y malas experiencias que no hacen sino ayudar al crecimiento de cada día. Al fin y al cabo somos todos iguales….bueno, casi todos, ya se sabe eso de que no es correcto generalizar siempre.

Les cuento todo esto no sé por qué, sinceramente, porque me hallo inmersa en un espacio vital que me asfixia. ¿Duro verdad? Pero no se preocupen, soy consciente de que es por momentos. De lo que me doy cuenta cada día que pasa es que estoy enamorada de mi profesión, a veces incluso obsesionada por querer escribir y escribir y es lo que ahora mismo estoy haciendo, no sé qué les parecerá a ustedes. Espero que no estén pensando en cerrar esto ya. Por favor, denme una oportunidad.

Sé que no tengo unas dotes de escritora de esas que marcan épocas. Una lástima, sí. Nada como plasmar historias, reales o inventadas, realistas o ficticias, que enganchen a todos aquellos que disfrutan con el pasar de las letras y la composición de historias. Los amanuenses son mis ídolos. Uno de ellos, porque hay más. Mis ídolos también son mis padres, mi hermano, mi hermana, mi novio y, claro está, mis mejores amigos.

Muchas veces no somos conscientes de lo que tenemos y lo que les hacemos sufrir. Somos cafres los humanos, ¿verdad? Miras las noticias y ves que cada día lo somos más. Impresionante. Qué capacidad de destrucción tenemos, tanto humana como material. Pues ciertamente espero que no caigamos en lo más hondo, aunque cerca estamos.

Antes íbamos al colegio y lo más fuerte (como decimos ahora) era que los profesores nos pillaran fumando en algún rincón, o saliendo sin permiso al quiosco a comprar un cigarro, o unas chuches. Con ellas las horas se hacían más llevaderas. Sobre todo en las clases de Latín…uf, qué horror. Y mira que se me daban mal las matemáticas, aunque tuviera mucho aprecio a Helena, la profe, pero es que con el Latín no podía. Es como cuando intentas hacer algo y no puedes, no te sale y poco a poco tus fuerzas van menguando hasta que tiras la toalla…pues así fue. Pero no abandoné, es la única asignatura que me quedó para septiembre, pero pude con ella. Y eso debe servirme y servirnos a todos para seguir adelante cuando se nos presentan los obstáculos, por muy grandes que sean.

Bueno, todo esto os lo cuento porque últimamente me invade una extraña (y no sé si preocupante) sensación. Hay demasiada gente que me resulta rara, definiendo rara como aquella poco común o de ideas y comportamientos extravagantes. No sé qué pensarán. Antes no teníamos Internet, ni móviles. Todo era genial. Incluso el caerse y partirse el labio. Hoy digo esto desde la distancia, porque nunca olvidaré aquél día que bajé las escaleras del tirón, con todo lo que ello conlleva de sangre, llantos y algún que otro punto. Hoy no tengo secuelas.

Ahora los adolescentes no se preocupan por las mismas cosas. Yo no soy profesor pero tampoco querría serlo en estos momentos. No sé de quién es la culpa, si es que alguien tiene la culpa, pero me asombro, me da pavor las cosas que se escuchan y ven, empezando por aquellos (chicos y chicas) que ya se consideran hombres y mujeres con 12 años y se ven con derecho a pasarse a todo el mundo por el forro... No es que sea conservadora, es que no sé qué va a ser de ellos. Me da la sensación de que no les motiva nada, y eso, ciertamente, lo considero un peligro.

Me aterra eso y la chulería. Sí. Que yo con 26 años tenga miedo de esto también es preocupante. Madre mía, cuántas preocupaciones, a las que hay que añadir las que fuera de nuestras fronteras geográfica también nos afectan, entre otras cosas porque señores como el presidente de EEUU decida lanzar una ofensiva militar en toda regla contra un país porque está en horas bajas ante la ciudadanía. Él, no el país al que ataca…Es para ir al psicólogo, o al psiquiatra, esos grandes profesionales que deben estar desbordados por lo que tenemos y lo que se nos avecina.

Bueno, pues les dejo que me han invitado unos "amigos", a los que no tengo el gusto de conocer aún, al botellón que empieza en un rato en el campus... Lo bueno es que esto fomenta el hablar, otra cosa es que nos entendamos. ¡Qué paciencia!